En nuestro estado abundan los osos negros, incluyendo a las áreas montañosas de la zona metropolitana de Monterrey.

Nuevo León es un estado lleno de diversidad. Al contar con una gran variedad de ecosistemas, nuestra entidad es el hábitat de múltiples y variadas especies de flora y fauna, pero la que tal vez destaca más es el oso negro.

«Ursus Americanus»: un distinguido habitante de Nuevo León

«Ursus Americanus» es el nombre científico de los osos negros americanos. Estos animales habitan zonas boscosas, de matorrales y pantanos de Canadá, Estados Unidos y el norte de México.

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En el caso de Nuevo León, se distribuyen prácticamente a lo largo del estado, sobre todo en las zonas montañosas. Es común verlo en zonas alejadas como la Sierra de Picachos, en la cadena montañosa localizada el sur del estado, pero también en áreas urbanas como las cercanías de Mederos, Chipinque, La Huasteca y el Cerro de la Silla.

Los osos negros: hermosos animales

Su color es, como su nombre lo indica, negro, aunque hay algunos ejemplares de pelaje azulado, grisáceo o rojizo.

Los machos pueden alcanzar los 2 metros de longitud y hasta 200 kilogramos de peso, mientras que las hembras son menores en tamaño.

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Los osos negros comen prácticamente de todo, desde insectos, bayas, frutos, hasta otros mamíferos.

Su visión no es tan buena como la de otros animales, pero tiene varios atributos: oído y olfato sumamente desarrollados, aspectos que se conjuntan con una gran agilidad y velocidad, a pesar de su peso.

Respetemos a los osos negros

En esta temporada de calor es común que los osos bajen de las montañas en busca de agua o alimento, por lo que se favorece su acercamiento con humanos.

Ante esto no debemos olvidar que aunque su apariencia es pacífica (es poco común que muestren agresividad ante los humanos) no dejan de ser animales salvajes.

Por ello debemos tener en cuenta que NO es recomendable darle alimento, ni intentar acercarse o interactuar con ellos.

Si llegas a ver uno de estos animales lo recomendable es retirarse del lugar con mucho cuidado, sin correr y reporta la situación de inmediato a otras autoridades.

No olvidemos que nosotros somos los que invadimos su hábitat, ellos merecen respeto y tranquilidad.