Icamole: Iconografía Rupestre y la Magia de un Sitio Polisémico en García, Nuevo León

Un vistazo al pasado y presente de uno de los lugares más representativos de la gráfica rupestre en el noreste de México.

Icamole, ubicado en el municipio de García, Nuevo León, es uno de los lugares más emblemáticos en la investigación de la gráfica rupestre en el noreste de México. Situado a solo 50 kilómetros de Monterrey, este sitio ha sido testigo de la presencia de antiguos grupos de cazadores recolectores que dejaron su huella en las rocas a lo largo de miles de años.

¿Dónde se encuentra?

Icamole se encuentra en las orillas del Río Salinas, una fuente de agua crucial que permitió el desarrollo de un ecosistema rico en flora y fauna, sustento de los antiguos pobladores de la región. Este río, conocido en Coahuila como Arroyo Patos, proporcionó los recursos vitales para las especies que habitaron la zona y se convirtió en un elemento central de la cosmovisión de los pueblos originarios. Para ellos, el agua no solo era vital para la supervivencia, sino también una fuente sagrada y esencial para la vida.

Es famoso por sus pinturas rupestres

El sitio de Icamole es famoso por sus miles de petrograbados y pinturas rupestres, que revelan aspectos de la vida cotidiana de los antiguos habitantes. A través de estos grabados, se puede observar la caza, la recolección, y en algunos casos, representaciones relacionadas con el movimiento de la luna, el sol y las estrellas. Estos elementos sugerirían que los antiguos grupos buscaban comprender los ciclos naturales, como las lluvias o los periodos de celo de especies como el venado o el borrego cimarrón, las cuales cazaban en las cañadas y montañas cercanas a la Sierra Madre Oriental.

Accesos al sitio

Icamole se extiende a lo largo de un abanico aluvial de 8 kilómetros, situado entre el Río Salinas y el Arroyo de los Ranchos. El sitio cuenta con tres entradas principales: la primera, conocida como «La Presa», se conecta con la comunidad de Icamole; la segunda, «Boca de Tranquitas», lleva a los grabados cercanos al cauce de agua cerca de «El Milagro»; y la tercera, «Arroyo de los Ranchos», se conecta con corrientes de agua que nacen al pie de las montañas cercanas al poblado «Chupaderos del Indio». Estas entradas reflejan la diversidad geográfica y cultural del sitio.

Una rica herencia cultural

La antigüedad de los petrograbados de Icamole varía, abarcando desde el periodo arcaico (hace más de 6,000 años) hasta mediados del Siglo XIX, cuando los grupos Apaches y Comanches realizaron incursiones en el norte de México. Hoy, Icamole sigue siendo un lugar visitado por cientos de personas cada fin de semana, quienes buscan sanar sus males y disfrutar de paseos por el desierto. Lugares como la vieja Hacienda del Muerto, la Hacienda de Icamole y la Capilla del Ánima de la Anacahuita son puntos populares entre los visitantes.

El entorno natural

Aunque el clima en la zona es extremadamente cálido y seco, el desierto de Icamole florece después de las lluvias, revelando una alfombra multicolor de plantas y una rica biodiversidad. Este fenómeno subraya la resiliencia del ecosistema local, que, a pesar de las condiciones extremas, sigue siendo hogar de una variedad de especies vegetales y animales que conviven en este lugar mágico.

La magia milenaria de Icamole sigue atrayendo a aquellos que buscan no solo un testimonio de la historia prehispánica, sino también un espacio de conexión con la naturaleza y lo divino. En cada roca grabada y cada rincón del desierto, los ecos de los antiguos habitantes de la región continúan vivos, haciendo de Icamole un sitio único e irrepetible en la historia de México.

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