7 cosas que no sabías de El Obispado

Una de las construcciones más representativas de Monterrey guarda innumerables historias, que tal vez no conoces.

El Obispado es uno de los símbolos de Monterrey y la construcción más antigua de las que permanecen en pie.

Ha cumplido múltiples funciones y en torno a ella se han levantado mitos y leyendas gracias a su antigüedad y a la vibra tan particular que ahí se siente.

Por ello nos hemos dado a la tarea de enumerar siete cosas que tal vez no sabías de El Obispado.

1.- El origen de El Obispado

En 1787, el obispo de la Diócesis de Linares, el fraile franciscano Rafael José Verger, solicitó a al Ayuntamiento de Monterrey un terreno para la construcción de un espacio de reposo y oración, ante lo cual se le otorgó un buen tramo de terreno en lo alto de la llamada loma de la Chepe Vera.

La construcción tardó en realizarse 3 años, aunque la cúpula se culminó hasta 1897.

2.- El túnel de El Obispado

Uno de los más grandes misterios es el del supuesto túnel que parte de El Obispado hacia la Catedral y es que la práctica de construir túneles secretos era una práctica común desde el Virreinato, la cual se amplió mucho más con la Guerra de Independencia.

Era común que casas y haciendas tuvieran túneles que fungieran como vías de escape o como refugio, ante el acecho de bandoleros, o en el caso de los insurgentes, para escapar de las autoridades reales.

Por eso surgió el rumor de que existe un túnel secreto que atraviesa el corazón de Monterrey, el cual parte de El Obispado, aunque esto nunca ha podido ser confirmado.

Especialistas señalan que sería una obra monumental poco probable, tomando en cuenta el terreno de Monterrey: tierra amarilla muy sólida, con gran variedad de niveles, lo cual sería algo impensable de lograr en aquella época.

Algunos indican que desde el cerro de Chepe Vera bajaba una acequia, la cual con el paso del tiempo fue cubierta, lo cual pudo haber sido confundido con un túnel.

Así, esto no es más que uno de los tantos mitos en torno al Monterrey antiguo.

3.- El Obispado como fortaleza militar

Cuando murió Fray Rafael Verger y llegado el proceso insurgente, El Obispado fue abandonado y se utilizó como una fortaleza militar.

Esto obedece a un punto importante: la privilegiada posición del palacio, encumbrado en lo alto del cerro con vista a toda la ciudad y al camino a Saltillo.

Por este motivo fue uno de los bastiones militares más importantes desde la Guerra de Independencia, pero con mayor intensidad en la Invasión Estadounidense (1846), la Intervención Francesa (1864), la Revuelta de la Noria (1871) y en la Revolución Mexicana (1913 y 1914).

Desde principios del siglo XIX se montaron cañones en varios puntos del Palacio, los cuales permanecen como mudos testigos de cruentas batallas.

De igual forma, la facha de este recinto mantiene aún varias «cicatrices» de guerra, en forma de disparos, además de que en la loma, alrededor de El Obispado, se han encontrado balas de diversos tamaños y algunas trincheras.

4.- Cuando la bandera de Estados Unidos se izó en El Obispado

En Monterrey se libró uno de los episodios más importantes en la historia de la Intervención Norteamericana: la Batalla de Monterrey.

En 1846, el ejército estadounidense arribó a la ciudad para tomarla y continuar su avance a la Ciudad de México.

Para ello, se dispuso de 260 hombres y 3 cañones para defender la fortaleza más importante: El Obispado, aunque también se contaba con el fortín de Las Tenerías (Santa Lucía, cerca de avenida Félix U. Gómez), el de La Ciudadela (hoy Teatro Calderón) y uno más en la Loma Larga.

El general William J. Worth, al mando de las tropas de Estados Unidos, tenía como objetivo principal tomar El Obispado, ya que de eso dependería el éxito de la toma total de Monterrey.

La resistencia regiomontana fue feroz, a base de cañonazos hicieron retroceder en varias ocasiones a los norteamericanos, hasta que la persistencia de los vecinos del norte les rindió frutos y lograron tomar el punto por sorpresa.

Así, el 25 de mayo de 1848 se firmó la rendición de México y la la bandera de Estados Unidos se izó a toda asta en El Obispado.

5.- El Obispado y la peste

A finales del siglo XIX, Nuevo León sufrió una epidemia más en su historia (hay que recordar que antes se sufrió el embate de la viruela y el cólera morbus), se trató de la fiebre amarilla, la cual azotó al estado entre 1888 y 1903.

La mortalidad fue notable, al grado de que el Presidente Porfirio Díaz tomó varias acciones al respecto, en conjunto con el Gobierno del Estado.

Una de ellas fue establecer hospitales especiales para los infectados, los cuales deberían estar alejados de la población para disminuir el riesgo de contagio.

Uno de estos centros fue El Obispado.

6.- ¿El Obispado fue usado como centro nocturno?

No es broma: El Obispado fue utilizado como cabaret – centro nocturno por varios años, en la década de los años 20’s.

De hecho, en los periódicos de la época se anunciaban los espectáculos que ahí se presentaban.

El exterior del antiguo palacio y fortaleza era adornado con luces, lo que le daba un toque muy particular a su fachada.

7.- El rescate de El Obispado

Con el paso de la segunda década del siglo pasado, El Obispado fue abandonado y dejado prácticamente en ruinas.

Ante esto, se decidió rescatarlo, siendo uno de los mayores impulsores el licenciado Carlos Prieto, presidente de la Fundidora de Monterrey.

Así, se logró en 1932 que fuese declarado como monumento colonial y se comenzó a analizar la manera de restaurarlo para convertirlo en museo.

No fue sino hasta 1946 cuando se inició con esa difícil labor, la cual concluyó en 1956, inaugurándose como Museo Regional de Historia de Nuevo León, el 20 de septiembre, para conmemorar el 360 aniversario de la fundación de Monterrey.